«Hablaré a tu corazón»
Cuando pensamos en un lugar para descansar o pasar un tiempo de vacaciones, por lo general lo hacemos en un lugar en donde hay extensiones verdes, ríos, mar, lagos o montañas. Ninguno de nosotros escogeríamos un desierto como el lugar ideal para descansar o tomarnos unas vacaciones. Para nosotros el desierto es sinónimo de vacío, muerte y confusión. El Señor, no obstante, considera el desierto de manera diferente que nosotros. Según la evidencia que nos presenta la Biblia, para él el desierto es un lugar de vida, transformación, crecimiento, formación y nuevas oportunidades. El libertador del pueblo de Israel, por ejemplo, emerge luego de cuarenta años de formación en el desierto; me refiero a Moisés. El profeta que, según el testimonio del propio Jesús, fue el más grande de todos los tiempos, aparece luego de treinta años de formación en el desierto; me refiero a Juan el Bautista. El Salvador de la humanidad, Jesús, comenzó su ministerio público después de ser tentado durante cuarent...